La detección de necesidades y propuestas de mejora es el primer paso crucial para la elaboración de un plan de formación efectivo. Si bien la observación y la experiencia de los docentes son fundamentales, es necesario recurrir a diferentes fuentes de información para que se puedan obtener datos objetivos y cuantitativos que permitan identificar con precisión las áreas a mejorar, y diseñar intervenciones pedagógicas más efectivas.
Los diferentes órganos internos del centro tienen un papel importante a la hora de establecer las necesidades mencionadas, ya sean los formados únicamente por docentes (departamentos, áreas, equipos de trabajo, etc.) o aquellos que integran a alumnado o familias (reuniones con delegados, consejo escolar). En ellos se genera un diálogo abierto sobre las oportunidades y necesidades de mejora del centro, creando un ambiente de confianza donde los participantes se sientan cómodos expresando y poniendo en común las opiniones y sugerencias que nacen de su experiencia en el centro educativo.
Sin embargo, es importante complementar este enfoque con otras estrategias para garantizar una detección más completa y precisa. Para ello se lleva a cabo una amplia recopilación de información.
Las encuestas y cuestionarios son vías que facilitan la obtención de una visión general sobre el funcionamiento del centro educativo. Estas se realizan a:
- Docentes: Para conocer sus necesidades de actualización, sus fortalezas y debilidades, así como las dificultades que enfrentan en el aula.
- Estudiantes: Para identificar sus expectativas, intereses y las áreas en las que sienten que necesitan más apoyo.
- Familias: Para conocer su percepción sobre la calidad de la educación que reciben sus hijos y las áreas en las que consideran que se debe mejorar.
- Personal administrativo: Para identificar posibles cuellos de botella en los procesos administrativos y las necesidades de capacitación del personal.
Para la recogida y el análisis de datos se recurre a herramientas digitales como Google Forms.
Por otro lado, los indicadores homologados son herramientas de medición estandarizadas que permiten a los centros educativos evaluar su desempeño de manera objetiva y compararla con otros centros. Estos indicadores, al estar diseñados a nivel externo al centro, garantizan que la evaluación se realice bajo los mismos criterios, facilitando así la identificación de áreas de mejora y el seguimiento de los avances. Estos están estrechamente vinculados a objetivos educativos específicos, como el rendimiento académico, la equidad educativa o la participación de los estudiantes, por lo que al examinarlos podemos identificar con precisión las áreas en las que debemos centrar nuestros esfuerzos de mejora. Además, la comparativa entre centros es fundamental para establecer metas realistas y ambiciosas.
Por su parte, la memoria de autoevaluación del Plan de Mejora recoge los resultados obtenidos tras la implementación de las acciones planteadas. Al comparar estos resultados con los objetivos iniciales, se pueden identificar las áreas donde se han logrado avances y aquellas donde persisten dificultades. Esto permite detectar las lagunas de conocimiento o las habilidades que aún necesitan ser desarrolladas por el personal. A través de esta también se evalúa la eficacia de las acciones llevadas a cabo, pues si determinadas acciones no han sido tan efectivas como se esperaba, es posible que se deban a carencias formativas del personal involucrado. Por último, a medida que el centro evoluciona y surgen nuevos retos, pueden surgir nuevas necesidades de formación que no estaban contempladas inicialmente. La memoria permite identificar estas nuevas necesidades y ajustar el plan de formación en consecuencia.